—¿Solo colocaste al hombre ahí, lo acostaste en silencio… y lo dibujaste?
El hombre señaló el dibujo con el dedo índice y habló:
—¿Me estabas espiando, verdad?
Suyeon juró que jamás había visto el rostro de ese hombre antes. Al menos, no en la realidad. Solo en sus sueños. Solo en los sueños fantásticos de la noche.
—¿Cómo decirlo…? Es idéntico, incluso en las partes más privadas…
El hombre se acercó al cuadro, sus palabras se desvanecían.
—¿E-en serio? ¿Estás diciendo que… es así de grande ahí abajo?