—Me gustas porque eres mediocre. Me gusta que nadie te quiera. Me gusta aún más que nadie te ame. Y ojalá nadie lo haga. Si es necesario, puedo desfigurarte el rostro hasta dejarlo irreconocible. Así todos te evitarán, te rehuirán, y nadie querrá acercarse a ti. Si con eso logro que te quedes sola, si con eso consigo que a tu lado no quede nadie más que yo… Entonces, sí. Eso me basta.
Nan Sae pasó sus manos sobre el cuerpo femenino, susurrando palabras espeluznantes y crueles sin importarle.
—Soy el único que está a tu lado, ¿verdad? No, mejor dicho… Fuera de mí, no hay nadie a tu lado. Y eso me gusta. Me gusta demasiado.
Podía sonar como una travesura inocente, pero si se escuchaba con detenimiento, era un susurro que helaba la sangre.
—¡Heeugh!
Yi Mae jadeó cuando la mano de Nan Sae tiró de su pezón.
Tan pronto como regresó a la jaula, el cuerpo de Yi Mae fue sumergido en las aguas termales de la montaña Ungosan y luego fue retirado.
Gracias a eso, todas sus heridas habían desaparecido, e incluso el tobillo lesionado había sanado.
Sin embargo, ahora se estaban formando nuevas marcas en su cuerpo.
Eran marcas de las mordeduras de Nan Sae.
Inmediatamente después de regresar a la jaula, Nan Sae tomó el cuerpo de Yi Mae con avidez.
Ella perdió la noción del tiempo.
No tenía forma de saber cuánto tiempo había pasado, cuántos días habían transcurrido, mientras gritaba y perdía el conocimiento debajo del hombre que solo tomaba su cuerpo, para luego seguir gritando y desmayarse, volviendo a repetirse el ciclo una infinidad de veces.
—Voy a amarte por toda la eternidad. Eso significa que nunca podrás salir de esta jaula. Nunca.
—Hic.
La mano que había estado tirando de sus pezones agarró la vulva femenina y la expandió.
Entonces introdujo una pequeña cosa en el canal.
Yi Mae no sabía lo que era.
—Son las escamas de la bungsae.
Las escamas de la bungsae.
Se quedó atónita ante esas palabras.
—Te lo dije, ¿no? Que la mataría y te traería sus escamas. Te las doy. Si las conservas dentro de ti, su vida será la tuya. Vivirás mucho tiempo, como lo hacen las bungsae. A mi lado. Claro, no vivirás tanto como yo. Pero eso no importa. Cuando se acabe el efecto, puedo matar a otra y traerte sus escamas de nuevo. Puedo matar a todas los que quiera. Y cuando no queden más bungsae que matar, te mataré a ti y luego moriré yo también.
Cada palabra que salía de la boca de Nan Sae era cruel y aterradora.
—Sin ti, yo también moriré. ¿No es genial? Estuviste ahí cuando nací y estaré ahí cuando mueras. Puede que tú y yo no hayamos nacido el mismo día, pero podemos morir el mismo día.
—Eso es…
—Vive mucho, Yi Mae. Hazlo por mí. Vive largo tiempo dentro de esta jaula. Mírame solo a mí, ámame solo a mí.
Yi Mae ha perdido la confianza en lo que sabía.
Ya no puede entender cuáles son los sentimientos de Nan Sae hacia ella, los verdaderos sentimientos.
¿Es realmente simple obsesión?
¿O es amor puro?
¿Pueden el amor y la obsesión coexistir?
¿El amor y la obsesión van de la mano?
¿Puede llamarse amor a lo que hace Nan Sae?
Si ese es el caso, si a eso se le puede llamar amor, entonces sí la están amando en ese momento.
—Sí, Nan Sae-nim.
Anhelaba recibir incluso este tipo de amor.
De todas formas, no hay nadie en el mundo que la quiera.
No hay nadie esperando su regreso.
No hay un lugar donde sea bienvenida.
Nan Sae la desea, aunque ella no sea más que una idiota inútil.
Dice que la necesita.
Él es cruel, feroz, violento y la hiere, pero dice que morirá junto a ella.
Por encima de todo, Nan Sae es cálido.
Sus alas ardientes y su alta temperatura corporal hacen que ella pueda olvidar el frío.
Por eso el interior de la jaula es cálido.
Yi Mae aún no conoce el amor.
Quizás nunca lo sepa.
Puede que nunca tenga la oportunidad de saber qué es el amor, pero si ser domesticada también es amor, entonces sí, puede llegar a amar al jujak
Ser domesticada, acostumbrarse a él, estar juntos, morir juntos y amarlo así.
Si eso es el amor, entonces que así sea.
Pero no importa.
Al menos Nan Sae la quiere.
Incluso si el mundo no la reconoce como la compañera del soberano de las tierras del sur, Nan Sae sí la considerará como su única compañera.
¿No es suficiente?
—¡Heeugh!
Tan pronto como respondió que sí, los labios de Nan Sae le mordieron la nuca.
Atravesó la nuca con sus afilados dientes, estiró su entrada ya inundada de semen, y metió su pene ventoso en su interior.
—¡Ahhh! ¡Haaang!
Yi Mae gritó hasta quedarse sin aliento mientras aceptaba las embestidas.
Cada pliegue carnoso era succionado por las ventosas mientras ocurría la fricción placentera.
Sus gritos estaban cargados de éxtasis.
Y con cada penetración, provocaba pequeños estremecimientos en el cuerpo de la hembra.
Ella frotaba su cuerpo, completamente consumida por la lujuria.
Alas rojas, alas en llamas, revoloteaban sobre ella.
La jaula estaba llena de llamas, pero Yi Mae sabía algo.
Que nunca se quemaría.
Desde el principio, aquella llama nunca la había lastimado.
Entonces, como por arte de magia, el miedo desapareció.
En su lugar, había alegría, un deleite extático.
Ese deleite llenaba su interior.
(Becky: La perdimos. En fin, gente, recuerden que estas dinámicas solo funcionan en la fantasía).
* * *
Los rumores de que el jujak del sur había tomado una cuervo mestiza como compañera se extendió hasta los cielos y a las tierras del este, oeste, sur y norte.
Pero nadie estaba particularmente sorprendido.
Porque no hace mucho, el hyeonmu* del norte había tomado a una muchacha humana.
(Becky: *Tortuga negra).
Además, había rumores de que el baekho* del oeste había estado cortejando recientemente a la hija de un humano.
(Becky: *Tigre blanco).
En una época en la que hasta las grandes bestias divinas estaban tomando a humanas como compañeras, había quienes decían que, en comparación, una cuervo mestizo era una mejor elección.
Otros, resignados, opinaban que la naturaleza caprichosa de las cuatro bestias divinas era en sí misma una característica de divinidad y que el jujak no hacía más que seguir esa misma tendencia.
El nuevo jujak del sur era testarudo y violento, y no dudaba en quemar ríos, lagos y montañas cuando algo le desagradaba. Y, sin embargo, uno de los motivos por los que muchos aceptaban su unión era que la única persona capaz de detener esa furia era, precisamente, aquella cuervo mestiza.
Nadie ha visto jamás con claridad el rostro de su compañera, porque el jujak mantenía encerrada a su compañera en una jaula sin permitir que nadie la contemplara.
Temía que alguien pudiera robársela, o peor aún, arrebatársela y arruinarla.
Se dice que cuando el Sangje* escuchó los rumores dijo:
—Así son todos los jujak.
(Becky: *Sangje, en la tradición coreana, es el título que se da al dios supremo del cielo, el gobernante de los cielos y del universo. Es la deidad que está por encima de todos los demás dioses, espíritus y criaturas.)
El jujak, o pájaro bermellón, gobierna las tierras del sur y vive durante miles de años.
En su larga vida y gobierno, transmite la voluntad del cielo a la tierra, pero debido a su temperamento violento y su espíritu feroz, le resulta difícil encontrar una compañera.
No obstante, una vez que se decide sobre una, es famoso por permanecer fiel de por vida.
La que pone los huevos es su consorte y compañera, pero una vez puestos, si su pareja muere, el jujak también morirá junto a ella. El que un jujak entre en el sueño eterno significa que su compañera ha muerto.
Y el polluelo del jujak también heredará su sangre y el efecto impronta con una sola persona, volviéndose loco por ella, convirtiéndose en el pretendiente más cruel y decidido del mundo.
El jujak actual es así y los próximos también lo serán.
La larga historia de los encierros en jaulas a sus compañeras se continuará transmitiendo de generación en generación.
Alas rotas y encierro en una jaula
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Becky: Y así damos por finalizada otra historia. ¿Qué les pareció? Buscando en Ridibooks, noté que la autora también escribió de las otras bestias divinas, ¿les gustaría que las trabaje? ¿Tienen alguna sugerencia? Háganmelo saber 😀
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Kalisa06
Hace 5 días - #6305