Habían subido bastante, así que caer desde esa altura significaba la muerte.
|¡No quiero morir así…! ¡Tengo miedo…! ¡Mamá! ¡Papá!
Mientras caía con los ojos cerrados, intentó mover las alas.
Tenía que moverlas de alguna manera.
|¡Muévanse! ¡Por favor, muévanse!|
Pero sus débiles alas no se movieron en absoluto en medio de la violenta caída.
Así es como iba a morir.
Al final, cuando renunció a extender sus alas y perdió toda su fuerza, se dejó caer.
¡Thumn!
En medio de la caída, su cuerpo quedó atrapado en algo blando con un golpe sordo.
Había caído en algo blando.
|¿Eh? ¿Qué es esto?|
Por un momento, se quedó en blanco.
Dónde demonios había caído.
Era imposible que el suelo fuera tan blando.
¿Sería un nido de paja apilado en la rama de un árbol por algún pájaro grande?
No.
Por muy blando y grande que fuera el nido, no podía caer tan suavemente como si aterrizara sobre pelusa.
No le dolió nada, y más bien, se sentía acogedor.
Yi-mae abrió los ojos con cuidado.
Lo primero que entró en sus ojos fue una llama roja y brillante. Esa era una llama roja que conocía.
—Ah…
Lo que envolvía su cuerpo no eran más que alas llameantes.
Grandes y hermosas alas rojas volando hacia arriba, y también envolviendo su cuerpo.
|N-Nan Sae…|
Yi Mae se quedó sin aliento al darse cuenta de que había sido Nan Sae quien la salvó de caer.
¿Cómo lo supo y llegó hasta aquí?
¿Cómo llegó justo en el momento en que caía?
Las coincidencias no existían.
¿Y adónde la está llevando ahora?
Entonces se dio cuenta de que Nan Sae, quien la había salvado, no la estaba llevando al suelo, sino que estaba volando alto sin fin.
–¿A-a adónde estamos yendo?
Finalmente se armó de valor para preguntar.
De hecho, lo primero que había querido decir cuando se encontrara con él era un “lo siento”, pero ahora estaba diciendo algo diferente.
—Arriba.
—¿Qué tan arriba…?
Bajó la vista ligeramente y vio las aguas termales en la cima de Ungosan. Al verlas por primera vez, parecían pequeños manantiales del tamaño de la palma de su mano.
Así de alto estaban.
—Oh…
Ella se sobresaltó antes de que él pudiera responder a qué altura estaban.
Porque ya estaban por encima de las nubes.
Al principio, pensó que la empaparían las gotas de agua fría, pero al siguiente instante, su visión se volvió borrosa y se elevaron por encima de las nubes.
|Hace frío…|
La sensación gélida era notoria.
Nunca pensó que haría tanto frío a ese nivel.
No, nunca pensó que llegaría a elevarse por encima de las nubes.
Fue entonces cuando…
El ala de Nan Sae cubrió su cuerpo.
Volando con un ala, Nan Sae cubrió el cuerpo de Yi Mae con la otra.
Entonces el frío desapareció y el calor la envolvió.
—Hemos llegado.
Con el murmullo de Nan Sae, aterrizaron en suelo firme.
Un mundo por encima de las nubes.
Aquí estaba el palacio del jujak.
Un mar de nubes blancas se extendía bajo sus pies, y un palacio rojo se alzaba espléndidamente sobre el desbordante mar de nubes.
Había querido ir a las aguas termales de Ungosan, pero al final terminó en el palacio del jujak sobre las nubes.
—B-bájame… por favor…
A Yi Mae le daba vergüenza que Nan Sae la sujetara todo el tiempo, así que le pidió que la bajara, y él le hizo caso sin dudarlo.
—¡Gyaaak!
En cuanto se soltó del abrazo de Nan Sae y pisó la nube, su cuerpo se hundió.
—Si me sueltas, caerás.
Nan Sae la agarró por la muñeca y la levantó sonriendo levemente.
Apoyándose en esa mano, Yi Mae apenas logró subir a una nube.
Y se dio cuenta de que la nube bajo sus pies no era para nada sólida.
Había asumido que sí lo sería, ya que el palacio estaba construido sobre las nubes, pero no lo era en absoluto.
—Pisa mis pies.
Tiró de ella y puso los pies de Yi Mae sobre los de él.
Tras dudar, Yi Mae le pisó el empeine. Envuelta en sus brazos, le pisaba el empeine y caminaba con él cada vez que movía el pie.
Aun así, la mano sujetando su muñeca no la soltó.
Como si fuera a escapar si lo hacía.
* * *
Nan Sae no la llevó al palacio. Pasaron por el palacio y la llevó a otro lugar detrás.
Desde fuera parecía una enorme jaula de pájaros.
No podía ser una jaula de verdad.
¿Cómo podía haber una jaula tan grande?
Al entrar, vio pilares y paredes decoradas con oro.
—A los cuervos les gustan las cosas brillantes.
Dijo Nansae mientras la acompañaba adentro y le soltaba la mano.
—Uhhh…
En cuanto la soltó, ella se arrodilló rápidamente frente a él. Apoyó la cabeza hacia el suelo y apenas logró decir lo que había querido decir desde el principio.
—Yo, yo quería disculparme.
—¿Disculparte?
Nan Sae la miró.
Luego plegó las alas.
Sin alas, simplemente parecía un hombre hermoso.
—Ahora que lo pienso… mientras tanto…
Estaba tan sorprendida y avergonzada que no lo había notado, pero Nan Sae había vuelto a crecer.
Su rostro apenas había cambiado, pero cuando le agarró la mano y le pisó el empeine, su frente rozó la mitad de su pecho.
Ni siquiera la nuca, la mitad del pecho.
Ahora solo tenía la mitad de altura que Nan Sae.
Él había crecido el doble que ella en pocos días.
No solo la altura, sino que también sus hombros se habían ensanchado y, por supuesto, su físico era más grande.
El pie que pisó era el doble de grande que el de ella. Su mano era tan grande que le sujetaba la muñeca como si sujetara un dedo. Ni siquiera tenía de nacido un mes, pero ya parecía un adulto.
¿Así es como debe ser un jujak?
Tal vez era cierto que todos los shinsu* crecen rápido y se convierten en adultos en un parpadeo.
(Becky: *Shinsu, son bestias divinas o criaturas espirituales, el Jujak es un ejemplo de shinsu).
–¿D-de qué intentabas disculparte?
—De aquella vez que huí…
—Sí, lo hiciste. Huiste.
—Esa vez me sorprendí mucho… Así que quería disculparme…
—Cualquiera puede cometer errores, la clave está en no volver a hacerlo. No volverás a huir, ¿verdad?
—Sí. No huiré.
Sobre volver a escapar.
Aunque casualmente recibió la ayuda de Nan Sae, ya no habrá necesidad de huir.
Porque no habrá razón para que Nan Sae la llame, y no tendrá oportunidad de volver a verlo de ahora en adelante.
—Pero no puedo confiar en ti.
—¿Eh?
Yi Mae levantó la vista avergonzada.
—Todavía se nota que te doy miedo.
Bajando lentamente las rodillas, Nan Sae se inclinó hacia ella.
Luego le agarró la barbilla con la mano.
—¿Por qué me tienes miedo? Sentí tu llamado. Para nacer rápido. Me llamaste todos los días para que muestre mi rostro. Por eso eclosioné antes de tiempo. Entonces, ¿por qué huyes de mí? Me tratabas bien cuando estaba en el huevo.
—Yo solo…
¿Por qué le tenía miedo?
Si le dijera que todo en sí le daba miedo, ¿se enojaría?
Si dijera que todo en su expresión, su voz y sus pequeños gestos la asustaban, podría enojarse de nuevo.
—¿Ahora me tienes miedo?
Atrapada.
Cuando los hombros de Yi Mae se encogieron, Nan Sae rió como si supiera que eso pasaría.
—Tienes miedo, así que volverás a escaparte.
—No. No volveré a escapar…
Ella intentó responder que, por mucho miedo que tuviera, ya no escaparía.
Hablaba en serio.
Ya se había arrepentido de haber escapado una vez.
Se escapó por la sorpresa, pero seguía lamentando que Nan Sae también se sorprendiera.
Pero huir otra vez.
No volverá a escapar.
Y lo que Nan Sae había dicho antes aún resonaba en sus oídos.
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