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Novela: Dominando el mundo de las bestias con el sistema de embarazos múltiples (Novela) - Chapter 19

Capítulo 19: ¡Lo hizo demasiado feliz!

 

Xiao Luo entró apresurado y le dijo a Su Yan:
—Hermana, ha venido alguien… Lin Lang.

Su Yan se sorprendió.
—¿Vino porque Ashley ya dio a luz?

—No he oído nada. Cuando nace un hijo en el clan ratón es un gran acontecimiento, nunca lo esconden. Y siendo la nieta del chamán, mucho menos. Como no hay noticias, debe de ser que aún no ha nacido —respondió Xiao Luo.

—¡Zulu, sal ahora mismo! —la voz de Lin Lang retumbó furiosa desde afuera.

Su Yan percibió que aquello no era normal y preguntó a Zulu:
—¿Qué pasa entre ustedes?

Intentó salir a mirar, pero Zulu la contuvo.

—Nada, ese tipo tiene la cabeza revuelta. Voy a ver qué quiere y luego iré a recoger las frutas para ti.

—Está bien —dijo Su Yan, acariciándose el vientre, que volvía a pedir comida.

Antes le repugnaba ver a otros comer carne cruda, y ahora era ella la que devoraba con más ganas que nadie…

¡Ah! La próxima vez que tome una Píldora de Médula Dorada tendrá que prepararse antes con tesoros espirituales, si no acabaría igual de hambrienta.

Su Yan escuchó que fuera no había ruido, suponiendo que los dos ya se habían marchado.

Xiao Luo parecía querer decir algo.

—¿Qué ocurre? ¿También quieres comer? —le ofreció el plato de carne.

Él negó rápido con la cabeza.
—Yo con carne seca estoy bien.

Su Yan mordió otro trozo de carne fresca.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres decir?

—Es Lin Lang. Está molesto porque Zulu se convirtió en mi cuñado.

Su Yan suspiró y no dijo nada más.


Zulu y Lin Lang caminaron hasta internarse en la selva de Qingmu antes de mostrar sus verdaderos rostros.

Ambos eran de talento amarillo, con fuerzas parejas.

—No puedes vencerme. Aún llevas heridas ocultas de las bestias mágicas. Eso te ha hecho caer al menos medio nivel —dijo Zulu con calma.

—Eso lo veremos —gruñó Lin Lang, y lanzó el primer ataque. El suelo se resquebrajó y decenas de lanzas de tierra se dispararon hacia Zulu.

Zulu saltó ágil a lo alto de un árbol. De su muñeca surgió una liana espinosa que atrapó los pinchos de tierra y los devolvió.

Lin Lang se sorprendió.
—¿También tienes talento de madera?

—Sí. Mi afinidad con madera es incluso mayor que con agua, rozando el nivel místico. No pierdas tu tiempo. Voy a buscar el fruto de siete estrellas para Yan Yan. Otro día beberemos juntos. —Zulu se internó veloz en la selva.

Lin Lang no lo persiguió. Sabía que no tenía derecho a competir. Él solo era tierra, ¿cómo rivalizar con alguien de agua y madera a la vez? Y más aún, Zulu ya había obtenido a Su Yan y entrado en su familia.

Lo que lo carcomía era la impotencia… él la había conocido primero.


Los tesoros espirituales siempre tenían bestias guardianas. El Fruto Escarlata de Siete Estrellas no era excepción.

Zulu sabía que debía enfrentarse a su guardián: un lobo bicéfalo de talento amarillo, afinidad con el viento. La última vez que se encontraron habían quedado en empate.

Pero ahora él debía obtener el fruto, sí o sí.

El lobo lo vigilaba con fiereza y lanzó un aullido amenazante.

Zulu desenvainó su cuchillo de hueso.
—Solo quiero el fruto tras de ti. Si lo entregas, te dejaré marchar. Si no, tampoco me importa conseguir otro cristal.

El lobo no lo escuchó y se abalanzó con sus garras brillando.

De pronto chilló de dolor: el cuerpo al que había golpeado se deshizo en agua.

¡Técnica de la Sombra Acuática!

Zulu ya estaba bajo su vientre, y con un tajo certero hundió la hoja en el abdomen donde se hallaba el cristal.

El lobo lanzó un alarido tan fuerte que las aves huyeron despavoridas. Incluso Lin Lang, que ya estaba saliendo del bosque, lo oyó.

Apretó los puños con rabia: conocía a ese lobo. Ni aunque él estuviera en plena forma habría podido matarlo tan rápido.


Mientras tanto, Oro compraba un barril de leche fresca de vaca.

Al llegar, Su Yan lo olió y se le hizo agua la boca.
—¡Padre, quiero beber leche!

—Justo la traje para ti —dijo Oro, sirviéndole un cuenco.

Su Yan lo vació de un trago.
—¡Más!

—…Toma —resignado, le sirvió otro.

Solo cuando se había acabado más de la mitad del barril se calmó un poco, aunque el hambre seguía.

—¿Zulu ya volvió? —preguntó, cansada de masticar carne.

Oro salió a mirar y volvió sonriendo.
—¡Sí, volvió!

Zulu entró, con una mano sujetando un Fruto Escarlata de Siete Estrellas y con la otra cargando un ciervo vivo atado con lianas.

—He vuelto. ¿Yan Yan está bien?

—Estuvo nombrándote todo el rato, ve con ella rápido —dijo Oro, descargando el ciervo.

Zulu corrió al cuarto de Su Yan.

Ella examinó el fruto. Podía hacerse sopa, medicina… o comerlo directo para no desperdiciarlo.

Mordió uno de los frutos rojos y tragó también la semilla dorada. El sabor era dulce al inicio, pero amargo y picante al final.

Conforme el fruto bajaba por su estómago, aquella hambre interminable comenzó a desaparecer. Terminó toda la planta y hasta eructó satisfecha.

Zulu la miraba con atención, preocupado de que algo le pasara.

—Estoy bien… y por fin no tengo hambre —dijo Su Yan, abrazándole el cuello—. Gracias por el esfuerzo, Zulu.

Al ver que ella misma lo buscaba para abrazarlo, Zulu no cabía en sí de felicidad. Aunque el que ella dejara de tener hambre lo hizo sospechar.

—¿De verdad ya no sientes hambre?

—El Fruto Escarlata de Siete Estrellas es un tesoro espiritual. Una planta de estas equivale a montones de carne fresca —le explicó.

—¿Tesoros espirituales…? —Zulu pensó en lo feroz que había sido el lobo bicéfalo. Claro que debía de ser algo valioso, y por suerte había llegado justo cuando maduró.

—¿Hay más en la selva? —preguntó Su Yan.

—Sí. —Zulu asintió sin dudar—. Aunque tenga que voltear toda Qingmu, encontraré más para ti.

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