Rona Resh dejó caer una gota de sangre sobre la piedra hembra.
Muy pronto, la piedra emitió una brillante y deslumbrante luz, aunque se apagó enseguida.
Grom sonrió: “Felicidades, fertilidad de nivel alto.”
“Gracias, chamán.” Rona ya había probado antes la piedra, así que no se sorprendió por el resultado.
Al mirar hacia atrás a Su Yan, no supo por qué, pero desde que la vio por primera vez había sentido hacia ella una inexplicable sensación de temor.
“Su Yan Milute, te inscribiste en la ceremonia de mayoría de edad hace apenas dos días. En aquel momento me sorprendiste mucho. Hoy que te veo en persona, eres una hembra muy hermosa. Vamos, buena niña. Deja que el chamán vea qué nivel de fertilidad tienes.” Dijo Grom con una sonrisa amable.
Su Yan avanzó. La ropa que llevaba no le quedaba bien, así que al caminar se movía holgada. Encima, las miradas que caían sobre ella, además de curiosidad, contenían una lascivia que le provocaba vergüenza e ira.
Al llegar ante la piedra hembra, preguntó al chamán: “Si ya se está embarazada, ¿la piedra puede detectarlo?”
Grom la miró sorprendido, su vista bajó hacia su vientre. “¿Tú… estás embarazada?”
Su Yan no estaba segura de lo que harían si descubrían que lo estaba, así que no se atrevió a admitirlo a la ligera. “Solo preguntaba por curiosidad.”
Grom, al verla tan calmada, respondió: “La piedra hembra solo mide la fertilidad. Aunque estés embarazada, no afecta al resultado.”
“Ya veo.” Su Yan no preguntó más. Sacó de la bolsita colgada en su cintura una aguja de hueso y se pinchó el dedo.
La gota roja de sangre cayó sobre la piedra hembra.
La piedra no reaccionó.
Su Yan: “¿…?”
Grom se frotó los viejos ojos, creyendo haber visto mal. Miró fijamente de nuevo la piedra… seguía sin reacción.
“¡Imposible! Aunque fuera el nivel más bajo de fertilidad, incluso los machos muestran alguna reacción.”
Era la primera vez que todos veían algo así. Ni siquiera un leve destello.
“¿La piedra hembra está rota?” Lin Lang exclamó.
No era descabellado pensarlo.
Grom inmediatamente cambió por otra piedra hembra.
Sin embargo, tampoco mostró reacción.
Su Yan pensó que quizá se debía a su alma, al fin y al cabo, ella no era realmente esa ratoncita albina.
“En ese caso, solo puede considerarse como fertilidad de nivel bajo.” Grom no dudó, además a simple vista ella parecía tener precisamente eso.
El rostro de Su Yan se oscureció. “¿Cómo puedes decir que soy de nivel bajo si ni siquiera pudiste medirlo?”
“¡Su Yan! No contradigas al chamán.” Xiao Luo le gritó en voz baja desde abajo.
“Si no reaccionó, puede que yo sea de fertilidad suprema, de esas que con solo tocarlas ya conciben, más allá del rango que la piedra puede predecir.”
La mirada de Grom se volvió fría. Nunca antes alguien la había cuestionado. “La posibilidad de lo que dices… tampoco es inexistente.”
Su Yan continuó: “Entonces mi nivel de fertilidad debería quedar pendiente. Que se determine más adelante, según mis nacimientos, ¿no sería más convincente?”
Grom no esperaba que supiera argumentar así. “¿Dónde creciste antes?”
Su Yan respondió: “En el bosque Senyu. Yo tenía ocho hermanos, pero todos murieron, al igual que mi madre.”
“¿Qué? ¿Tu madre tuvo nueve hijos en un solo parto?” Grom quedó asombrada. En toda la raza de bestias, el máximo número de múltiples había sido siete.
“Sí.” Contestó Su Yan.
Grom estaba impactada.
Todos quedaron sorprendidos. Lo común eran dos o tres. La baja fertilidad a veces solo permitía uno.
Por supuesto, también había casos en que un feto con talento excesivo y dominante devoraba a sus hermanos en el útero.
“Soy la única hija de mi madre. Yo también heredaré la capacidad de dar a luz de ella.” Dijo Su Yan con total seriedad.
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