Na-hee, con la misión de llevarle guarniciones a su nieto, Kwon Hyun-jin, se siente incómoda ante su presencia. Él, un joven tirano, la pone nerviosa. La frialdad del ático, a pesar de ser lujoso, la molesta. De repente, él la acorrala contra la mesa y, con el rostro enrojecido y la respiración agitada, le confiesa que se está volviendo loco por su belleza, gritando que no puede verla como una amiga.