Close
   Close
   Close

El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 60

Episodio 60

 

 

Al ya ser declarada culpable y sin ningún abogado dispuesto a representarla, era difícil solicitar un nuevo juicio.

 

Sería difícil escapar de los cargos por instigación y secuestro de la mujer del duque Kloen. ¿Quién querría estar en contra del duque Kloen?

 

El conde Miller ya había completado el proceso de excomunión de Sierra. Y aún así, le sería difícil eludir por completo la responsabilidad…

 

—Por qué no viniste antes. Quería verte…

 

El amor ciego expresado de Sierra a Cato era una súplica hacia su único salvador.

 

—Cato, ¿por qué…? ¿No dices nada…?

 

Todo este tiempo él creyó en la inocencia de Sierra.

 

No, en realidad quiso hacerlo.

 

Atribuyó su fe en ella al amor que le tenía.

 

 

《 —Sabes que ella siempre me espía.》

 

 

Pero seguía pensando en lo que Arthurus le había dicho ese día y se estaba volviendo loco.

 

|¿Sierra mira a mi hermano con lujuria?|

 

Sí, ya lo sabía.

 

Porque no era tan estúpido como para no darse cuenta hacia dónde se desviaba la mirada de su novia.

 

 

《 —¿No es por eso que la quieres más?》

 

 

—¿Cato?

 

—…

 

—Cato, ¿por qué estás tan tenso? Di algo… ¿sí?

 

El fuerte resentimiento hacia el abuelo por ponerse del lado de su hermano, la ira que sentía hacia Arthurus desde el principio y la fe vacilante en Sierra, sentada frente a él; todo eso le causaba una gran confusión.

 

—De ninguna manera, Cato. Tú tampoco confías en mí…

 

—Tengo una pregunta para ti, Sierra.

 

Cato miró a Sierra con ojos ansiosos.

 

—¿Amabas a mi hermano?

 

Ella abrió mucho los ojos, como si no hubiera esperado esa pregunta.

 

Comprensible. Hasta ahora, Cato había sido un oyente unidireccional de las historias de Sierra, sin hacer nunca preguntas. Solo había escuchado y pensado en ella.

 

—Y-ya sabes…

 

Sierra pensó rápido.

 

Arthurus Kloen no tenía piedad. Su padre adoptivo la expulsó de la familia, la única persona que se le acercó era Cato, justo delante de ella.

 

—¡Solo te tengo a ti! Tu hermano está allí, mintiendo. Quiere alejarme de ti…

 

Sierra extendió la mano a través de los barrotes y agarró con desesperación la mano de Cato.

 

—¿No crees en mí?

 

Sintió que su corazón se aceleraba y esperó ansiosamente una respuesta.

 

Él, que nunca la puso en espera, finalmente abrió la boca después de un largo silencio.

 

—Te creo.

 

—…

 

—Te creo, Sierra.

 

Cree que realmente planeó algo tan terrible.

 

Pero no se molestó en agregar ningún comentario más.

 

Probablemente fue una respuesta esperanzadora para Sierra, de que tal vez podría salir de allí; Cato no sintió la necesidad de corregir ese pensamiento.

 

En el fondo, sabía que Sierra no lo amaba.

 

Pero mientras la veía despojada de su glamour y encerrada en prisión, Cato tuvo que reconocer y aceptar.

 

Que la existencia de la mujer que amaba era una ilusión y que la pecadora ante sus ojos era la realidad.

 

|Abuelo…|

 

Finalmente, los ojos de Cato se llenaron de tristeza al recordar las últimas palabras que le había dicho al anciano.

 

Sierra, que no comprendía del todo el significado de esa mirada triste, lloriqueó durante un buen rato sobre lo difícil que era la vida en prisión.

 

Sin embargo, Cato no le ofreció ningún consuelo.

 

 

* * *

 

 

Fue una mañana ajetreada, especialmente para Karen.

 

Tuvo que seguir a Jude Cullen, quien hacía de anfitrión. Recibió lecciones de qué hacer cuando se hacían invitaciones para una fiesta y qué tipo de instrucciones dar a los sirvientes.

 

Por otro lado, a diferencia de su ajetreada vida habitual, Arthurus estaba más relajado hoy, día de Navidad. Había terminado su trabajo con urgencia en un esfuerzo por pasar la Navidad con Karen. Aunque fue inútil y en vano, tuvo que renunciar a pasar la Navidad con ella..

 

|Aunque un día así no está tan mal.|

 

Se trata de pasar un día especial con toda la familia reunida de una manera tranquila pero ruidosa.

 

|Familia, huh…|

 

Mientras miraba al anciano y a su novia, quienes parecían tener lazos familiares verdaderos, de repente se sorprendió de su propio pensar y se frotó la barbilla.

 

Era tan natural pensar en Karen como su “familia”.

 

Antes de conocerla, hubo muchos días en los que “toda la familia” se reunió.

 

El abuelo valoraba un círculo familiar fuerte y armonioso; trabajando duro para crearlo.

 

Pero incluso cuando respondía a sus llamados, Arthurus no había podido deshacerse de la sensación de asfixia y sofoco interior.

 

Nunca había tenido un sentido de pertenencia con ellos.

 

Sentía rechazo hacia la relación artificial creada por el abuelo y a su medio hermano, quienes querían desesperadamente crear una imagen familiar armoniosa.

 

¿Qué es la familia?

 

Nunca ha tenido una familia propiamente dicha, así que todavía no lo sabe, pero si la familia es algo que da una sensación cálida y acogedora como la de ahora, entonces cree entender por qué el abuelo estaba tan obsesionado con el tema de la familia.

 

Karen aún no se había arreglado, vestía ropa cómoda mientras escuchaba al abuelo con aire tranquilo, examinando los platos en la mesa. Parecía que le estaban explicando los gustos clásicos que los nobles disfrutaban al organizar una fiesta…

 

Era divertido verla en su faceta de estudiante ejemplar, escuchando atentamente cada explicación. Después de todo, a nadie le disgusta ver criaturas adorables, ya sean animales pequeños o personas.

 

|Ahora que lo pienso…|

 

De repente, una persona se le vino a la mente.

 

Para el abuelo, Cato era un nieto más, pero para Arthurus, era una molestia.

 

|Supongo que lo invitaron a la fiesta.|

 

No sabía si Cato, después de distanciarse del abuelo por Sierra, vendría a la fiesta.

 

Pensar en él le hacía sentir sofocado y molesto.

 

Su madre siempre lloraba tras perder a su esposo a manos de la madre de Cato. Y aquel medio hermano siempre los estaba mirando de reojo. Como si no le bastara con haberle quitado a su padre.

 

La forma en que Cato los miraba a escondidas*, la forma en que luchaba visiblemente para que el abuelo lo alzara y apreciara, era vergonzosa. Y fue muy sorprendente que se rebelara por Sierra, después de estar tan obsesionado con la familia de Kloen y con el abuelo.

 

(Becky: *Cato miraba a Amelia y Arthurus).

 

Era de suponer que sentía un afecto verdadero por Sierra.

 

|Pero no es asunto mío.|

 

Arthurus borró a propósito sus pensamientos sobre Cato. Hay una respuesta clara para todo, menos para las relaciones humanas. Era mejor ignorar los problemas sin solución. Al menos así descansa la mente.

 

Además, Cato era un hombre adulto que había heredado el apellido “Kloen”. Ya no era el niño indefenso que había vagado por las calles con su madre tras la muerte de su padre, así que no tenía motivos para preocuparse por él.

 

 

* * *

 

 

Pasaron las agitadas horas de la mañana y finalmente llegó el momento de dar la bienvenida a los invitados.

 

Recibirlos era tarea de Jude Cullen y Arthurus. El anciano, en particular, rechazó la silla de ruedas que le preparó el mayordomo y, apoyándose en un bastón, les estrechaba la mano a sus socios de toda la vida, uno por uno. Arthurus le hizo una pregunta.

 

—¿No le enseñarás a Karen cómo recibir a los invitados?

 

—Karen es la estrella de esta fiesta.

 

Jude Cullen le respondió en voz baja.

 

—Se supone que el personaje principal debería aparecer un poco tarde.

 

Era como si estuviera esperando el momento culminante de la etapa.

 

Habiendo visto más de una vez el lado travieso y juvenil de su abuelo, Arthurus decidió seguir ahondando y recibió a otro invitado que acababa de llegar.

 

—Ha pasado un tiempo, barón Theron.

 

—Haha, gracias por la invitación, su excelencia.

 

El barón Theron observó el interior de la mansión Cullen con su característico gesto encorvado y con ojos enormes. Parecía querer medir el nivel de los que estaban por encima de él. Arthurus chasqueó la lengua para sus adentros al observar el aspecto amarillento del hombre. Claro que nunca lo demostró por fuera.

 

—No solo me ha invitado a mí, sino también a los otros miembros de la compañía de ballet…

 

—Dado que es una compañía de ballet que apoyo, por supuesto que iba a invitarlos.

 

—Pero no había necesidad de invitar a los de menor rango…

 

Parecía ofendido por haber sido invitado junto a los bailarines que consideraba insignificantes. Sin embargo, no era que el barón Theron recibiera un mal trato, sino que los bailarines del Swan’s Ballet recibían un trato especial.

 

Porque aparte de los bailarines y del personal de la compañía de ballet, sólo fueron invitados aquellos que habían alcanzado altos puestos que el barón Theron deseaba.

 

—Trabajan con Karen, así que merecen ser invitados.

 

Arthurus no ocultó el motivo por el que invitó al barón y a los bailarines del Swan’s Ballet.

 

—Karen extraña el escenario.

 

—Oh…

 

—Espero que no olvide que estoy apoyando al Swan’s Ballet solo por la mejor bailarina.

 

—¡P-Por supuesto! ¡La próxima temporada será programada según el regreso de Karen…!

 

Arthurus se limitó a sonreír cortésmente y se dio la vuelta para no escucharlo más.

 

No era necesario escuchar las palabras del barón Theron por mucho tiempo. De no ser por Karen, jamás habría hablado con un ser humano tan descarado en sus deseos y sin capacidad alguna. Le dio tanta libertad material como quisiera, para que supiera cómo usarla en Karen.

 

Inconscientemente intentó aflojarse la pajarita, pero pronto bajó la mano y miró hacia la barandilla del segundo piso, esperando que Karen, que había desaparecido para arreglarse, apareciera pronto.

 

(Becky: Y con este capítulo hemos llegado a la mitad de la novela. ¿Qué les ha parecido? ¿Cuáles son sus teorías?).

Dejanos tu opinion

No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!