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El matrimonio problemático del Duque vendado - Chapter 73

Capítulo 33 – El encuentro con la bruja

 

Alfred conoció a Griella justo después de la “Tragedia de la Casa Besqueler”.

Aquel día, por la conspiración de Mardial Bearmes, explotó el barco que la Casa ducal Besqueler había construido.

Gracias a la astucia de sus padres, Alfred se salvó de la explosión del barco, pero fue arrojado al mar.

¿Fue casualidad, o destino? La orilla donde fue arrastrado estaba justo al lado del “Bosque Maldito”.

El impacto de la explosión, el shock de haber perdido a sus padres, y la desesperada lucha por sobrevivir bajo el agua lo habían dejado exhausto tanto física como mentalmente.


—Hubiera sido mejor si yo no existiera.

Desde el fondo de su corazón, deseó con fuerza desaparecer.

Ese pesado sentimiento de arrepentimiento y culpa, como plomo que lo hundía, atrajo al rencor de las brujas que habitaba en el “Bosque Maldito”.


「Vaya, vaya, ¿qué hace un joven noble desmayado en un lugar como este?」

La mujer que encontró a Alfred tirado en la orilla y lo rescató fue nada menos que la última bruja, Griella.

En la pequeña cabaña donde vivía, Alfred permaneció en cama alrededor de una semana.

Entre fiebre y desvaríos, a veces alcanzaba a ver la figura de Griella.

Su cabello negro, ondulado, tenía mechones blancos; y sus ojos, rojos como la sangre, rebosaban compasión.

No sabía su edad exacta, pero parecía tener un aspecto de poco más de sesenta años.

Sospechaba vagamente que pudiera ser una bruja, pero nunca sintió miedo.

Porque las manos que lo cuidaban eran amables y cálidas.

Y fue gracias a los cuidados de Griella que se recuperó por completo… solo para descubrir que se había vuelto invisible.


「Has debido pasar por algo muy doloroso.」

Griella tomó suavemente la mano invisible de Alfred.

Ella podía verlo, podía percibir su cuerpo.

「Perdóname… por haberte dejado en este estado.」

De sus ojos rojos cayeron gotas transparentes.

En el interior, Alfred estaba profundamente confundido.

De repente, su cuerpo se había vuelto invisible.

¿Cómo debía afrontar un cuerpo que ni él mismo podía ver?

Mejor sería morir e ir con sus padres.

¿Para qué seguir viviendo así, invisible, cuando ya no le quedaba hogar?

Tenía quince años en ese entonces.

Ya había debutado en sociedad y era reconocido como adulto en el mundo noble, pero este problema era demasiado grande para afrontarlo solo.

Después de pasar una noche entera atormentado, Alfred decidió morir.

Aun cuando seguían resonando en sus oídos las palabras de su padre, quien le había pedido que heredara la Casa ducal Besqueler.

Agradeció a Griella por sus cuidados y dejó la casa de la bruja.

No podía suicidarse en la casa de otra persona.

De todos modos, su cuerpo era invisible.

Si se alejaba de Griella, nadie encontraría jamás sus restos.

Resignado, Alfred se internó cada vez más en lo profundo del oscuro “Bosque Maldito”.


—… Snif… lo… lo siento…

En un bosque donde no debería haber nadie, escuchó el llanto de una niña.

Seguramente era su imaginación. No podía ser real.

Pero al acercarse, encontró a una niña sollozando: era Sierra.

¿Por qué estaba una niña en un lugar como ese?

Dejando de lado su propia situación, Alfred se preocupó por ella.


「Por mi culpa, mamá… snif… ya no podré verla más…」

Por eso debía recibir un castigo.

Se sintió igual que ella.

Alfred también se culpaba y estaba a punto de elegir la muerte.


「Pero… tengo miedo… No puedo ver nada…」

Al igual que Alfred, sus fuertes emociones negativas habían atraído la maldición de la bruja.

La niña había perdido la vista.

Por lo entrecortado de su relato, supo que aún tenía un lugar al que regresar.

Ella no era como él.

Debía devolverla al lugar donde pertenecía, a la luz. Así lo decidió con firmeza.

No podía dejar que una niña ciega caminara sola, así que Alfred la cargó en su espalda.


「Todo estará bien. Todo saldrá bien.」

Pero él ya no tenía un hogar al cual volver.

(Yo ya no tengo dónde regresar… pero tú, no te rindas ante la maldición y sé feliz…)

Tal vez su deseo fue escuchado, porque logró llevar a la niña sana y salva hasta la salida del bosque.


「… Yo también quiero que tú vivas.」

Cuando Alfred suspiró aliviado al confirmar que Sierra había salido del “Bosque Maldito” sana y salva, Griella apareció a su lado.

Con una sonrisa bondadosa, como si comprendiera todo, logró humedecer los ojos de Alfred.

「Después de todo, fue culpa de mis camaradas. Yo haré que vuelvas a tu forma original.」

“Perdóname”, murmuró con el ceño fruncido, conteniendo algo en su interior.

Desde entonces, Griella dedicó todos sus esfuerzos a romper la maldición de Alfred.

Los días que pasó con ella fluyeron en calma.

Alfred nunca pudo perdonarse a sí mismo, y Griella lo sabía.

Ella tampoco se perdonaba a sí misma, ni la maldición que las brujas habían dejado atrás.

Por eso mismo, con desesperación, intentó liberar a Alfred de su maldición.

Como expiación de los pecados cometidos por las brujas.


Pero, incluso tras cinco años, no logró romper la maldición.


「Lo siento, todo es por mi culpa… pero por favor, sé feliz.」

Antes que pudiera romper la maldición, el poder mágico y la vida de Griella llegaron a su fin.

Con sus últimas fuerzas, Griella entregó a Alfred unas vendas encantadas con un hechizo especial.

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