Una muchacha del pueblo llamada Chohee fue entregada como ofrenda en el monte Cheonun para proteger su aldea. Allí, Chohee conoció al líder de un grupo de forasteros que, según se decía, incluso el rey temía. Sin embargo, cuanto más cerca convivía Chohee con él, más se daba cuenta de que este líder era muy distinto de los rumores que lo describían como frío y distante.