Un día, Rosa regresa a casa y descubre que su madre tiene una relación con un joven. Él solo es dos años mayor que ella y se convertirá en su nuevo padrastro. La vida de Rosa, que hasta entonces había sido perfecta, comienza a desmoronarse a partir de ese día. Su rostro atractivo, sus palabras amables y su sonrisa algo precaria... Todo en él le resulta escalofriantemente desagradable. Los insultos y el acoso de Rosa hacia él se intensifican día a día. Sin embargo, en el momento en que ve sus lágrimas por primera vez, Rosa se da cuenta de la razón por la que le desagrada: porque nunca podrá tenerlo. Y Rosa tiene la costumbre de destruir las cosas que no puede tener.