Después de presenciar con sus propios ojos los horrores de la guerra, la princesa del reino Meltia ya no podía mirar a ningún hombre a los ojos. Considerada “inútil” y rechazada por su familia, finalmente fue comprometida en un matrimonio político con Artle, el soldado más temido de la región norte. En su primera noche, llena de miedo por los terribles rumores, Meltia ya estaba preparada para recibir un trato cruel. Pero, para su sorpresa, Artle solo le susurró con dulzura: “Está bien”.
Desde ese día, comenzó su vida matrimonial: dulce, pero llena de anhelos reprimidos. Aunque parecía rudo, Artle era un hombre sincero, y poco a poco fue tocando el corazón de Meltia. Cada caricia la hacía caer más profundamente enamorada de su esposo.